El amor después del amor

Violeta Cosmano Sánchez
3 min readAug 24, 2021

--

Te vi, juntabas margaritas del mantel. Ahora que lo pienso, me parece bastante raro, porque sos alérgico a las flores. Y si, ya se que te traté bastante mal, disculpame. Es que soy muy mala para manejar mis emociones, todavía no aprendí a comunicarlas de la mejor manera. Fue una gran confusión, no sabía si eras un ángel o un rubí, simplemente te vi y me quedé embobada.

Te vi, saliste entre la gente a saludar, como todo chico medianamente popular. A mi no me registraste, pero tarde o temprano iba a terminar llamando tu atención. Entonces los astros se rieron otra vez, porque volvían a estar a mi favor y lograba que la persona que me gustaba me mirara con los mismos ojos con los que yo lo hacía. La llave de mandala se quebró, me invitaste a salir y me robaste un beso mientras esperaba el colectivo, y yo simplemente te vi.

No supe como reaccionar ni que decir, porque todo lo que dijera iba a estar de más. Porque cuando estoy con vos, las luces siempre se encienden en el alma y me puedo perder en la ciudad con total tranquilidad. Se que lo podes comprender, que sabes que es solo un rato nomás, donde las emociones me desbordan y tendría que llorar, o salir a matar, pero esta última opción la descarto al instante. Y cuando me calmo, simplemente te veo, y sé que estoy bien, que estoy en casa.

Al poco tiempo nuestra relación se desgastó, yo se que podría haberlo hecho mejor, esforzarme un poco más, pero estaba cansada. Y vos podrías haberte acercado a mi, pero eras demasiado frío, y para esas alturas yo intuía que esto, mi amor, se rompía. Vos me decías que no, pero era siempre así. La verdad es que todo fue tan extraño, como las cosas cambiaron en muy pocos meses. Quizás te puse muchas expectativas, y vos solo buscabas el polvo de Dios. Y en ese frenesí, yo me perdía y bebía para irme de aquí.

Sin embargo, cada vez que pienso en vos, me doy cuenta que lo nuestro fue amor, realmente fue amor. Seguimos teniendo amigos y gente en común, y cuando todo el mundo me habla de vos, no puedo dejar de reír. Me entero de lo que hacés y de a donde vas, y de tu reciente depto que, como siempre, es a Prix D’ami. Creo que podemos estar de acuerdo en que no está bien romper un corazón, pero lo hicimos sin darnos cuenta. Fue un deja vu de lo que iba a venir. Pero podríamos volverlo a intentar, porque vos querías verme feliz y yo quería verte revivir.

Y fue así como años después, en un café, nos vimos por casualidad. Teníamos el alma cansada de tanto andar, ya estábamos un poco más viejos. Yo tenía un clavel en la mano que me había robado de algún jardín. Te acercaste y me preguntaste si andaba bien. Era una escena graciosa porque nunca fuiste muy alto, y llegabas a la ventana en puntas de pie. Charlamos un rato así, vos colgado y yo asomada, hasta que me invitaste a pasear, y me llevaste a caminar por Corrientes.

Caminábamos tomados de la mano, intercambiando miradas que sacaban chispas, cuando un loco de la calle se nos cruzó y comenzó a gritar: “¡Miren todos!”. Y la gente se daba vuelta. “Ellos solos pueden más que el amor, y son más fuertes que el Olimpo”. De la vergüenza, salimos corriendo y nos escondimos por ahí, por el Centro. Nos metimos en el baño de un bar, donde me miraste a los ojos y me dijiste que todavía me amabas, y sellamos todo con un beso.

--

--

Violeta Cosmano Sánchez

Tengo talento para contar cosas y un poco me la creo, así que vine acá a probar suerte | Escribo para mi, para vos y para otres, bienvenide.