Catarata de Palabras

Tengo que decirte algo. En realidad, no es una sola cosa, son muchas. Algunas no tienen ni siquiera coherencia entre sí. O capaz que sí pero yo siempre tiendo a pensar que tengo que darle un buen sentido a mis palabras. Porque “las palabras tienen mucho valor” me dijeron una vez, y la verdad es que creo que esa frase tiene mucha razón. ¿O la persona que me la dijo tenía razón? Porque no hay que quitarle el mérito a quien la puso ante mi en el momento indicado. Ves, ya estoy dándole mas rosca de la necesaria al tema, y todo por esa bendita idea del valor de las palabras.
Lo que me pasa es que no se como decirte eso que te dije que tenía que decirte. Porque me taladro la cabeza buscando las variables adecuadas para que sea bien fiel a lo que siento pero que a su vez puedas entenderme. Que se perciban mis emociones pero sin dañar las tuyas. Que sirvan para construir y no para lapidar. Que arrojen claridad pero sin grandes contrastes.
Y tengo que decírtelo, porque me está anudando el cuello hasta dejarme sin aire, a veces no puedo ni tragar. En ocasiones, hasta me veo en el espejo y no me reconozco, como si todo lo que me estoy guardando, me estuviera deformando. Pero no es que me lo guardo por el mero placer de almacenar una posible gran verdad o el origen de una disyuntiva, es que a veces me asusto. Me da miedo no poder controlarme y ordenarme, abrir la boca y que salga una catarata de palabras, una caída imparable de conceptos inconclusos e inconexos, que solo alimenten el cauce del río de nuestra incomunicación.